Este curso la semana del libro ha estado dedicada a la figura del poeta arevalense Eulogio Florentino Sanz. Para que conozcáis su poesía breve, algunos alumnos de 4ºC se han acercado a la biblioteca y han grabado estos poemas:

Dormid, negro pensamiento” (1842) leído por Pedro Sanz:


Dormid, negro pensamiento
que apenáis el corazón;
dormid, siquiera un momento,
dando treguas al dolor.

Ah, sarcasmo de la suerte (¿1846?) leído por David Bragado:


Ah, sarcasmo de la suerte
para el alma dolorida,
no ver hermosa la vida
sino al dintel de la muerte.
Miseria de nuestro ser!
Nace, vive entre el pesar
¡¡y comprende al expirar
que es la existencia un placer!!

Canción (1861) leído por Rocío Antonio:



¡Ay!... Esta noche, alma mía,

me has pedido una canción,
y, antes que despunte el día
mi corazón te la envía,
sí, te la envía mi corazón!

Solitario en mi aposento,
de la péndola al compás
y en ti sola el pensamiento,
siento... no sé lo que siento
ni lo que siento sentí jamás.

Duermes... ¡Buen sueño concilia
quien va a despertarse en pos
del calor de la familia!...
¡Que tu sueño y tu vigilia
de bendiciones corone Dios!

Que Dios tu existencia pura
quiera de goces colmar,
y de amor y de ternura;
sin que, en tan santa ventura,
tus dulces ojos nuble un pesar.

Y no olvides, alma mía,
al leer esta canción,
¡con cuánta melancolía
mi corazón te la envía!...
Pues te la envía mi corazón.

Ni las auras que cruzan ligeras” (sin fecha) leído por Bárbara Zurdo:


Ni las auras que cruzan ligeras,
me ofrecen frescura,
ni aroma las flores,
ni paz el retiro;
Ni en mi oído el arroyo trenzado
galano murmura,
ni vuela entre amores
mi débil suspiro
Campo alegre, lujoso y florido
cual rica aldeana
tu mano me agobia
tu risa me hiere;
Para el alma que yace entre penas
no hay nubes de grana
ni galas de novia
ni sol que se muere.



La última hoja. En un álbum (1854) leído por Henar Antonio:


Hoja, de tantas en pos,
dad a un triste que os escoja;
y comprenderán por vos
que es triste como un adiós
la última hoja.

¡Ay! Cuando al chopo aterido
rudo el aquilón despoja
con monótono ruido,
siempre le arranca un gemido
la última hoja.

Pobre de gala y encanto,
tal vez un libro se arroja;
tal vez interesa tanto,
que se humedece de llanto
la última hoja.

“Como abeja revolante” (¿1842?) leído por Alberto Gil:

Como abeja revolante
vaga en torno de una flor
y se agita en derredor
en continuo susurrar,
así en mi mente, constante,
para mi eterno tormento,
vuela un negro pensamiento
noche y día... ¡sin cesar!

0 comentarios: